¿Miedo?

Cerro Paloma. Ascención en solitario. Estoy casi en la cima...4 am, hay niebla y claridad, estoy en la cornisa, igual que la canción de soda stereo, no siento miedo, estoy asegurada. Puesto el arnés, una cinta Express y un mosquetón, tornillo, clavé firme los crampones; me acuerdo de Carlo cada vez que estoy colgando desde la poca certeza del hielo...(según él la roca es más estable).

No sé que quiero probar, pero estoy acá, aferrada en un precipicio endeble arriesgando mi vida. No aguanta 60 kilos, si caigo no habrá otra oportunidad de ir a ningún otro cerro, lo sé...lo sé, no me lo digas, pero a veces tan solo ando así, siempre en el borde, siempre salvándome de suerte, enarbolando banderas blancas fabricadas con los pañuelos que uso para secar la flauta y la aguja de metal gigante.

El suelo no se ve, todo parece flotar, las luces de Santiago, Peñaloleín y La Reina se ven pequeñas y difusas; y entonces, recuerdo el cuento de ese niño que sube al cielo en búsqueda de unas semillas...Pienso también en el Támesis e Inglaterra, un lugar que nunca conoceré...Y esta vez decido que no habrán más bordes, ni salvadas providenciales, el mosquetón no se suelta.

Yo misma lo desenrosqué, lo accioné y caí livianamente...

A fin de cuentas, mi vida siempre estuvo llena de vacío.

Desde la madriguera colora.