Perro. por Perecedero.

Soy un perro y me gusta hacer felices a los demás, soy obstinado y mi forma de ver las cosas, tal vez con demasiada justicia y a veces rigidez pueden provocar conflictos. Siempre he considerado que el mundo no es como debería de ser, pero no puedo cambiarlo, tan solo tratar adaptarme lo mejor posible. Por eso creo ser un buen colaborador y buen amigo; dejo la piel por ellos. Soy un perro, y soy sumamente fiel. Mi fidelidad es a prueba de todo jamás haré daño por hacer, pues respeto y aprecio a quien me alimenta y a quien me acaricia desinteresadamente. Tengo buenos sentimientos con respecto a casi todo el mundo y siempre trato de ayudar. Trato de resolver los problemas ajenos, incluso antes de que se produzcan. Es posible que algunos lo puedan interpretar como intromisión, pero es simplemente que no me gusta ver sufrir a las personas sin razón.
Mi raza es muy intuitiva, y difícil de llevar por mal camino. Puede ser muy atractivo para algunos, pero creo que mas bien para las personas que creen en lo que no es real, en las historias bellas, en esas personas que quieren de verdad, para las personas que ven en mi algo que ellos jamás serán.
Siempre reflexivo, rara vez actúo sin pensar, aunque a veces la ansiedad me juega en contra, siempre trato de comprender las opiniones de mis opositores, pues sus ideas para mi siempre son respetables y jamás impongo mi pensar frente a los de ellos.
Soy sereno, mas que cualquier otra especie que camina en este jardín, tiendo a ser indulgente tanto conmigo como con los demás y de vez en cuando me concedo autogratificaciones y arranques aventureros.
Simplemente soy un cachorro - maduro a medio crecer, uno que le mueve la cola a quien se acerca con la mano extendida, siempre creyendo que me quieren acariciar la cabeza, y muchas veces no veo que detrás de la espalda vienen con un palo y quieren golpearme simplemente por que les divierte hacerlo.
Soy un perro – cachorro que está un poquito cansado de buscar comida el la basura y de guarecerme de la lluvia bajo paraderos con techos agujereados, que la gente me patee por que camino distraído en la calle o por que me paro a contemplar las palomas mientras todos caminan acelerados, un tanto cansado de ser un centinela nocturno que duerme a sobresaltos para resguardarse de no ser atrapados por un grupo de inconscientes que me amarrarán a la línea del tren y celebrarán jubilosos mientras el acero furioso rasga mi piel.